27/5/08

EL HOMBRE GRIS

Mira sin ver y se regocija ante los colores que no percibe. Sonríe, aún cuando su existencia no se lo permite. El hombre gris se siente impotente ante el ocaso, busca en sus ojos y solo encuentra olvido, busca en sus manos, pero las sigue hallando vacías. Dibuja con su aliento un paisaje más benévolo, donde no tiene que pretender entender que es lo que lo mata. El hombre gris no pretende hallar perfección en su búsqueda a través del presente, solo quiere encontrar un poco de afecto ajeno y dormir en paz, solo por hoy. Ignora lo que se le viene encima, pero, en fin de cuentas, ¿quién lo sabe realmente? Se odia a si mismo por callarse o hablar de más, pero sabe que es un rasgo inevitable de su carácter. Es verdad, el hombre gris niega conocer el amor, aún sabiendo que estuvo enamorado, cree que no ha visto lo suficiente, que todavía no sintió todo lo necesario para llamar amor a lo que recorre su cuerpo cuando enfrenta a quien todavía quiere. Sus lágrimas están congeladas, por lo tanto no puede llorar, así que para poder sacar la tristeza de su cuerpo tiene que sonreír, y esto hace que algunos piensen que es feliz. El hombre gris tiene una última particularidad que lo hace perfecto. El sabe... y por eso se queda callado. No reprocha su esencia porque está consciente de su realidad. El hombre gris sabe que solamente es un personaje de un cuento, y no reprocha porque entiende que es el reflejo de quien lo inventó. Y así, en una melancólica mirada de eterna comprension calla, y esto lo hace perfecto.