12/10/21

PAREJO

Todo el espacio entre las cosas me sofoca.

Un nuevo color se asoma en el horizonte. Mis ojos se sublevan ante la propuesta pero sigue sin ser suficiente. El problema sigue siendo no saber

Es agotador estar al tanto de tus movimientos y pretender entender que bajo el manto de tu calor existe un mensaje velado, que espera ser descifrado por mi.

Cada palabra lleva a rincones que oscilan entre la luz y la penumbra. Cada llama, cada sombra.

Un rincón que estuvo sumido en la mas vasta oscuridad recibe tu luz. Y ahora me ciega el brillo.

Tus manos me nombran, o al menos me persuado de esto. Cada gesto que ellas, sin cuidado, dibujan en el aire, me cuentan una historia afín a mis anhelos. Entonces caigo, de bruces, sin excusas.

Me descubro débil ante el poder de tus hechizos.

Nuestra oquedad se llena de nada. El espacio entre las cosas nos sofoca. La distancia entre nuestros brazos se vuelve piel, y por lo tanto se agiganta.

Cuando las agujas regresan a Junio, olvido lo invisible, velando otros trastos.

Cuando el tiempo ocupa un espacio que no le pertenece, lo que somos y lo que creemos se vuelve indiferente, nos vuelve indiscretos. Nos convierte en cómplices de nuestro propio engaño.

Y así nos pensamos mas allá de cualquier ley, indemnes al juicio.

Me encuentro caminando el mismo camino; solo.

Volviéndome incapaz de controlar los impulsos y de llevarlos por un cauce menos tormentoso.

23/9/21

FUERZA BRUTA

"Con patadas que llevarán la fuerza intacta" El gran ídolo de Asía - Illya Kuryaki and the Valderramas 

Lamentablemente, cuando abro una puerta soy incapaz de empujarla levemente, de manera tal que, pudiendo atisbar que hay del otro lado, pueda después elegir el proceder correcto antes de que sea demasiado tarde. 

No, cuando abro una puerta, la abro de una patada. Y todo lo que está de ambos lados del umbral invade su contraparte. 

Con la fuerza del golpe las bisagras se desencajan, saltan de su lugar y entonces ya no hay manera de solventar el hueco que antes estaba completo. Todo se llena y se vacía. Todo se agota y se complementa. 

La cerradura, asolada por la destrucción del golpe, mira impotente como la luz y las sombras se vuelven una sola cosa. 

Un pastiche de elementos resignados a ser, ahora, la mitad de si mismos o una novedosa totalidad. 

 Ahora siento todas esas cosas de las que me había escudado antes. Ahora regreso a pie el camino que tracé con mis alas.