16/3/23

DUAL

 Jekyll planifica. Traza los diseños de lo que quiere para mañana. 

Sopesa, indaga. 

Busca certezas que le permitan encaminar su suerte.


Hyde reacciona. 

Garabatea, incesante, sin dudar ni por un segundo todo lo que desea hoy. 

Imagina, induce. 

Busca indicios que lo ayuden a justificar sus ansias.


Jekyll pragmatiza. 

Desmenuza con delicadeza cada bocado de información y asume el papel de juez y verdugo. 

Desde un tosco escepticismo logra encausar el barco, corregir el rumbo hacia aguas más benévolas.


Hyde idealiza. 

Devora, casi sin masticar, las migajas de atención que encuentra en el camino, quejándose del hambre que tanto disfruta.

Embebido en el esoterismo mas craso. 

Elige la cartomancia y los dados para remar en los rápidos del ahora.


Jekyll es paciente y metódico. 

Mide cada paso, por miedo a tropezar. Por terror a perder las cosas aún antes de haberlas conseguido.

Así, a fuerza se conocerse, confía en el orden del caos, la organización tácita de todo aquello que le permitirá alcanzar la gloria en tiempo y forma. 

Sabe que no basta con quererlo todo, sino que también hay que merecerlo.


Hyde es el caos. 

Aún no logra levantarse de la última caida. Por lo tanto se arrastra, derramando lágrimas por sensaciones y situaciones inexistentes.

No le interesa el deber si esto le permite acercarse, y acercarse es todo lo que quiere.

El impulso que nace en sus costillas lo mueve a hacer, a decir, a escribir y gritar.


Tienen razón, aún cuando están profundamente equivocados.

9/3/23

VAGABUNDO

Solía vagar por las esquinas mas recónditas de la galaxia. Flotando, sin más preocupaciones que flotar.

Pasaba mis días sumido en la oscuridad. Dejando que mis ideas se desgranen, lentamente para formar parte de la estela de todo aquello que iba dejando atrás.

Embebido en radiación, sin destino fijo. Desplazándome a una velocidad inmutable, transformando el oxígeno en dióxido, perdiendo el aire que me permitía arder.

Comenzó como una luz distante en mi horizonte. Un brillo itermitente que exigía mi atención. Y sin pensarlo dos veces mi trayectoria cambió.

La fuerza de gravedad impuso el nuevo curso. La atracción hacia todo eso que comenzaba a cobrar forma y sentido me llevó a abandonar las ganas de vagar en la nada y a enfocarme en esto.

Nuestras órbitas se tocaron, y comencé a dar vueltas a tu alrededor. Soñando el momento del impacto, deseando la fusión.

Lamentablemente lo único que me quedó para mostrar fue este cráter en el pecho y un extraño sabor a anhelo cósmico en los labios.