16/3/23

DUAL

 Jekyll planifica. Traza los diseños de lo que quiere para mañana. 

Sopesa, indaga. 

Busca certezas que le permitan encaminar su suerte.


Hyde reacciona. 

Garabatea, incesante, sin dudar ni por un segundo todo lo que desea hoy. 

Imagina, induce. 

Busca indicios que lo ayuden a justificar sus ansias.


Jekyll pragmatiza. 

Desmenuza con delicadeza cada bocado de información y asume el papel de juez y verdugo. 

Desde un tosco escepticismo logra encausar el barco, corregir el rumbo hacia aguas más benévolas.


Hyde idealiza. 

Devora, casi sin masticar, las migajas de atención que encuentra en el camino, quejándose del hambre que tanto disfruta.

Embebido en el esoterismo mas craso. 

Elige la cartomancia y los dados para remar en los rápidos del ahora.


Jekyll es paciente y metódico. 

Mide cada paso, por miedo a tropezar. Por terror a perder las cosas aún antes de haberlas conseguido.

Así, a fuerza se conocerse, confía en el orden del caos, la organización tácita de todo aquello que le permitirá alcanzar la gloria en tiempo y forma. 

Sabe que no basta con quererlo todo, sino que también hay que merecerlo.


Hyde es el caos. 

Aún no logra levantarse de la última caida. Por lo tanto se arrastra, derramando lágrimas por sensaciones y situaciones inexistentes.

No le interesa el deber si esto le permite acercarse, y acercarse es todo lo que quiere.

El impulso que nace en sus costillas lo mueve a hacer, a decir, a escribir y gritar.


Tienen razón, aún cuando están profundamente equivocados.

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