3/8/11

HUMO

Se quemaba lentamente, y el comenzaba a sentirse mas leve.

Un segundo le llevaba distraerse en las volutas de humo que revoloteaban a su alrededor. Millones de mariposas y estrellas grises que iban, venían y terminaban desapareciendo.

Llenaba ahora su boca de aquella alquimia. Se embebía de sueños ajenos y aromas familiares, dejando a lo gris recorrer su boca, jugar con su lengua, descansar en su paladar.

Exhalaba, ahora, aquel maravilloso residuo. Huía de su boca impregnándola con sabores de tiempos lejanos y oscuros, de días efímeros y llenos de sol.

Los suyos, llenos de penas y alegrías, de tiempos de sol y lluvia. 

De abriles y octubres. De sangre no derramada y de lágrimas que alguna vez ahogaron sus labios.

De momentos remotos en los que supo ser feliz, de instantes perecederos guardados en el aire de aquella pequeña habitación, que alguna vez había sido bosque, que alguna vez había sido mar.

Sus labios buscaban otra vez llenarse de magia, sus manos se transparentaban. 

Su cuerpo perdía nitidez, y lo tranquilizaba. 

Su sueño se volvía perpetuo. Su esperanza se acomodaba en aquellas ínfimas partículas, que se corrompían, en el ambiente compacto que su mente supo crear para morir luego, lejos de su boca.

Estaba hecho de tiempo y falta su anhelo de paz. Pero cerraba sus ojos, tranquilo, sabiendo que estaba logrando escapar.

En solo un instante se apagaría , cada vez faltaba menos. Poco a poco las ropas empezaban a quedarle holgadas, ya no había materia para rellenar aquella prisión de telas y penas.

Ahora moría el humo en una última voluta, pero se llevaba con él algo más.

La habitación soñaba ahora, vacía…

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